Las voces del Castillo de la Sagrada Cruz

Habla la tragedia griega de una sacerdotisa que era capaz de ver el futuro. Apolo le concedió un don: El don de no errar nunca en sus predicciones. A cambio, tenía por cierto el hecho de que aquella sacerdotisa sería suya. Suya carnalmente, y ella se negó. Apolo, entonces, la maldijo. Todas las predicciones que haría, serían ciertas mas nadie la creería.
Y aquella dama fué repudiada por una sociedad que la temía y por la que sentía adversión y repugnancia a partes iguales. Ella se llamaba Casandra y princesa de Troya. Resultó que sus predicciones eran tan funestas como la noche más oscura y desapacible; hablaban de traiciones, asesinatos, ruinas, errores...
No me llamo Casandra, pero comparto con ella su horrible destino.

Podeis encontrarme... si en algún momento deseais con toda vuestra alma no verme. Entonces, como la bruma de la mañana se despeja de la mente cuando el sol aleja los malos sueños de la noche trágica, apenas una luz de color cambiante quizá llame tu atención. Y, pasa, estrella parpadeante, pasa. Allí estaré yo, rodeada de mortalidad y velas, cristales y destinos. ¿El tuyo está en las mías? Yo tengo el destino de todos, yo muevo los hilos de la vida...

Los hilos, como la Dama de Negro mirar, Negro vestir, Negro parecer. Como la Dama de Negro que goza con la muerte, con el engaño, que goza atrapando en su juego de eterno parecer con palabras blancas que teje con habilidad ilusiones que pueden... apuntar hacia tí.
Y dime, desaventurado ser de las profundidades del mundo, dime, ¿piensas enfrentarte a ella? ¿Que vas a hacer si su destino es acunarte en sus brazos? ¿Que vas a hacer si lo que desea es, en realidad, robar tu rostro para ponerselo como una macabra máscara de piel real?. Dime, ser, espectro del tiempo...
Dime, ¿Realmente estás a salvo en Sacred Cross Castle? ¿Sabes quien te sigue? Habla con la Dama Negra...

Soy alguien que nunca vas a conocer.
Soy alguien que sabe lo que eres, quien eres y por qué eres.
Soy alguien que respira por los ojos, y habla por la mente.
Soy alguien... que ha dejado de ser.